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Frida: más allá del mito


La exposición Frida: más allá del mito nos invita a explorar la vida y obra de Frida Kahlo, una de las artistas más memorables del siglo XX. Con esta audioguía, podrá detenerse en las principales obras de la exposición y descubrir cómo ciertos momentos cruciales en la vida de Kahlo influyeron tanto en su creatividad como en la construcción de su identidad. Además, esta herramienta complementa la información presentada en los paneles y las etiquetas de las galerías. Durante el recorrido, escuchará testimonios de la propia Frida, así como de sus amistades y su familia, que le ayudarán a conocerla mejor, como artista y como persona, más allá del mito.

Advertencia de contenido: la sexta parada de esta audioguía incluye contenido relacionado con el suicidio.

201: Introducción y Frida con su familia
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202: Autorretrato con traje de terciopelo
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203: El accidente
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204: Diego y Frida
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205: Allá cuelga mi vestido o Nueva York (My Dress Hangs There)
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206: El suicidio de Dorothy Hale
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207: Frida en el banco blanco, Nueva York
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208: Autorretrato con el pelo suelto
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209: Naturaleza muerta (Soy de Samuel Fastlicht)
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201: Introducción y Frida con su familia

Frida con su familia, 1926, Guillermo Kahlo (mexicano, nacido en Alemania, 1871-1941), impresión en gelatina de plata. Colección privada

Le damos la bienvenida al Virginia Museum of Fine Arts y a la exposición Frida: más allá del mito. Esta exposición está dedicada a explorar la vida y obra de Frida Kahlo, una de las figuras más icónicas del siglo XX. Con esta audioguía, podrá detenerse en las obras más significativas de la exposición y descubrir cómo ciertos momentos cruciales en la vida de Kahlo influyeron tanto en su creatividad como en la construcción de su identidad. También escuchará testimonios de la propia artista y de personas cercanas, que le permitirán conocer a Frida como individuo, más allá del mito.

Esta audioguía está dividida en 9 paradas que siguen una línea cronológica de la vida de la artista, y está disponible en español y en inglés. Cada parada está marcada con un símbolo de audio en las etiquetas de las obras.

Si utiliza una audioguía portátil, ingrese el número de parada que aparece en la etiqueta junto al símbolo de audio.

Si utiliza su dispositivo móvil, escanee el código QR de la etiqueta y busque en el recorrido la parada correspondiente.

Además de esta audioguía, le recomendamos leer los grandes paneles de texto que introducen cada galería y las etiquetas que acompañan las obras, donde encontrará más información y contexto sobre las obras de arte que exploraremos.

Nuestra primera parada es una fotografía de Frida Kahlo con su familia, tomada cuando ella tenía unos 19 años. Esta obra se encuentra al fondo de la primera galería. En el Retrato de la familia Kahlo, vemos a la artista con varios miembros de su familia, entre ellos su tío, su tía, su hermana y su primo. Su madre está sentada en el centro y su hermana Cristina, a su derecha. Kahlo, de pie en el extremo izquierdo, luce un traje masculino y apoya el brazo sobre el hombro de su tío.

Cabe destacar que su padre no aparece en la foto, ya que es él quien tomó este retrato. Guillermo Kahlo, un exitoso fotógrafo de retratos, compartió con Frida su pasión por la práctica artística y le permitió ayudarlo en su estudio desde edad temprana. La influencia de su padre se refleja más adelante en los retratos de Frida, sobre todo en la elección de representar a las figuras con una mirada directa y seria. En una entrada de su diario, Kahlo escribió sobre su padre: “Fue para mí un inmenso ejemplo de ternura, de trabajo ([como] fotógrafo y pintor) y, sobre todo, de comprensión hacia todos mis problemas”.

El sentimiento era mutuo, ya que su padre alguna vez dijo: “Frida es la más inteligente de todas mis hijas; es la que más se parece a mí”. Este fuerte vínculo entre padre e hija se refleja en la foto a través de la pose de Kahlo y su atuendo. Vestida con el traje de tres piezas de su padre, proyecta una identidad masculina, algo bastante radical para el México de aquella época. Su postura relajada, con una mano en el bolsillo y una expresión seria, muestra a una joven segura de sí misma y a gusto con sus decisiones.

Continúe hacia la siguiente galería, donde podrá ver el primer autorretrato de Kahlo y descubrir cómo comenzó a representarse a sí misma y a plasmar su compromiso con su carrera artística.

201: Introducción y Frida con su familia
202: Autorretrato con traje de terciopelo

Autorretrato con traje de terciopelo, 1926, Frida Kahlo (mexicana, 1907–1954), óleo sobre tela. Colección privada © 2025 Fideicomiso de los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo que tiene como fiduciario al Banco de México, México, D. F. / Artists Rights Society (ARS), Nueva York

Kahlo pintó esta obra mientras se recuperaba de las lesiones que sufrió en un accidente en autobús, del cual hablaremos en la próxima parada. Le regaló este autorretrato a su entonces novio, Alejandro Gómez Arias, quien también estuvo en el accidente. Mientras estaba convaleciente, Kahlo le escribía con frecuencia, rogándole que la visitara. Lamentablemente, empezó a distanciarse de ella debido a que su familia temía que él tuviera que hacerse cargo que necesitaria cuidados medicos por la vida, por lo que lo enviaron al extranjero. Con el corazón roto, Kahlo le escribió en una carta: “El retrato estará en tu casa dentro de unos días. Perdona que te lo dé sin marco. Te suplico que lo pongas en un lugar bajo, donde lo puedas ver como si me vieras a mí”. Estas palabras parecen sugerir que, a través del cuadro, él podría seguir viéndola y mantenerla cerca.

Observe en detalle cómo Kahlo se presenta a sí misma. Los tonos oscuros del retrato, incluido el rojo intenso de su túnica, las olas azul marino del fondo y el negro de su cabello, evocan un semblante serio y sombrío. Sin embargo, Kahlo también deja entrever un lado sensual, con el escote pronunciado, los labios carnosos y la inclinación de su cabeza, quizás como un recordatorio para Alejandro de la atracción mutua que sentían. En esta obra, Kahlo se presenta como una artista comprometida, inspirándose en pintores conocidos y estilos europeos que había estudiado. Las líneas ondulantes del fondo y los dedos alargados de su mano recuerdan el estilo grácil de los artistas del Renacimiento, como Sandro Boticelli. De hecho, en una carta que luego le envió a Alejandro, la artista apodó este cuadro como su “Botticelli”. Aunque su estilo artístico evolucionaría con el tiempo, al igual que su forma de presentarse al mundo, esta obra muestra a una artista segura de sí misma, dispuesta a compartir su esencia con los demás.

Ahora, rodee el muro frente a usted para conocer más sobre el accidente que llevó a Kahlo a una vida impulsada por la creación artística.

202: Autorretrato con traje de terciopelo
203: El accidente

El accidente, 1926, Frida Kahlo (mexicana, 1907-1954), lápiz sobre papel. Colección privada © 2025 Fideicomiso de los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo que tiene como fiduciario al Banco de México, México, D. F. / Artists Rights Society (ARS), Nueva York

El 17 de septiembre de 1925, Kahlo volvía a casa con su novio, Alejandro Gómez Arias, cuando un tranvía chocó contra el autobús en el que viajaban. Tiempo después, Kahlo describió el impacto con las siguientes palabras: “Fue un choque raro. No fue violento, sino silencioso y pausado, y nos dañó a todos. A mí más que a nadie”. Las lesiones de Kahlo fueron muy graves: sufrió fracturas en la columna vertebral, las costillas y la clavícula, un hombro dislocado, el pie derecho aplastado, múltiples fracturas en la pierna derecha y su cuerpo fue atravesado por un pasamanos de hierro. Los médicos no esperaban que sobreviviera. Estas lesiones la afectarían física y mentalmente el resto de su vida. Un año después del accidente, realizó este dibujo a lápiz como un intento de reconstruir los recuerdos fragmentados de aquel día traumático.

Su figura aparece en primer plano, vendada y recostada en una camilla que tiene la inscripción “Cruz Roja”, el hospital al que la llevó la ambulancia. El accidente se cobró la vida de varios otros pasajeros, y la artista ilustra sus cuerpos dispersos en el fondo. Kahlo retrata el choque sin escatimar en detalles, señalando el punto de contacto perpendicular entre los dos vehículos. Quizás el detalle más desgarrador del dibujo sean los hierros retorcidos que aparecen flotando en el autobús. Esto alude a la herida más devastadora que sufrió: el pasamanos de hierro que le atravesó el cuerpo, entrando por el abdomen y saliendo por la pelvis.

Este accidente y el tiempo que Kahlo pasó recuperándose la llevaron a convertirse en una pintora madura. Antes de esto, aspiraba a estudiar medicina y convertirse en doctora. Después, durante los largos meses de recuperación, se vio obligada a quedarse en cama, totalmente inmóvil y casi siempre sola. Alguna vez expresó: “Pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola. Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco”. Para que pudiera pintar desde la cama, su familia instaló un espejo sobre su cabecera y mandó a construir un caballete especial. La pintura era parte de su lucha por vivir: un acto de autocreación y una forma de controlar su mundo.

En la próxima galería, veremos una obra que es a la vez un retrato y un autorretrato.

203: El accidente
204: Diego y Frida

Diego y Frida 1929-1944, 1944, Frida Kahlo (Mexicana, 1907-1954), óleo sobre masonita con marco de concha original pintado. Colección Privada, Cortesía de Galería Arvil, México

“Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida: uno en el que un tranvía me tumbó al suelo… el otro es Diego. De lejos, Diego fue el peor”.

Esta cita, al igual que la imagen frente a nosotros, refleja la complejidad de la relación de Kahlo con el muralista Diego Rivera, marcada tanto por un amor profundo como por un inmenso dolor. A pesar de que su relación estuvo llena de dificultades, incluido un romance entre Rivera y la hermana de Kahlo, Cristina, ambos compartían pasiones e intereses que a menudo los unían, como su dedicación al arte y el amor por su herencia mexicana. Kahlo y Rivera se conocieron en 1928; se casaron en 1929; se divorciaron en 1939; y volvieron a casarse al año siguiente. Esta obra sumamente personal, creada en 1944, conmemora sus 15 años de relación, como puede apreciarse en los nombres y las fechas en la parte superior del marco.

En esta obra, Kahlo y Rivera aparecen entrelazados, con sus rostros y cuellos unidos por una parra estéril, formando dos mitades opuestas de un todo. La expresión de Kahlo parece marcada por la tristeza, mientras que en el rostro de Rivera aparece una leve sonrisa, lo que destaca su desconexión emocional. Además, Kahlo representó a Rivera sin una oreja, quizás aludiendo a que él hacía oídos sordos a sus necesidades y deseos.

La dualidad de esta pintura también evoca símbolos y temas de la historia y el arte indígenas de México, algo que ambos artistas admiraban. A principios del siglo XX, el legado azteca fue adoptado como un símbolo de orgullo nacional en respuesta a los efectos persistentes del colonialismo español y la creciente influencia de Estados Unidos. Kahlo, conocida por llevar joyería tradicional y utilizar símbolos indígenas en su obra, se identificaba estrechamente con el legado azteca. Dos de estos símbolos pueden verse a la derecha de las figuras: la luna y el sol. Este par representa la unidad, pero también el paso del tiempo. Kahlo a menudo utilizaba estos símbolos en su obra a fin de evocar sus asociaciones tradicionales con características femeninas y masculinas: la luna, tranquila y serena, similar a la expresión de Kahlo, mientras que el sol, agresivo y poderoso, con rayos puntiagudos, podría aludir a cómo Kahlo percibía la personalidad de Rivera.

El marco del cuadro, con incrustaciones de conchas marinas, es un diseño de Kahlo que realza aún más su significado, pues se asemeja a una reliquia o ícono religioso. Por tradición, las conchas marinas representan el amor y la fertilidad, y aquí podrían aludir a una vida compartida marcada por la pasión y el sufrimiento.

Mientras explora la obra, observe cómo se entretejen estos símbolos, elegidos por Kahlo para transmitir la historia de su complicada vida junto a Rivera. En nuestra próxima parada, veremos cómo los viajes de Kahlo con Rivera influyeron en gran medida en el contenido y el estilo de su obra, en particular en sus opiniones sobre Estados Unidos.

204: Diego y Frida
205: Allá cuelga mi vestido o Nueva York (My Dress Hangs There)

Allá cuelga mi vestido, 1933, Frida Kahlo (mexicana, 1907-1954), óleo y collage sobre masonita. Colección privada © 2025 Fideicomiso de los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo que tiene como fiduciario al Banco de México, México, D. F. / Artists Rights Society (ARS), Nueva York

Después de casarse, Kahlo viajó con Rivera a Nueva York en pleno auge de la Gran Depresión. En una carta, Kahlo reflexionó: “La high society de aquí me cae muy gorda y siento un poco de rabia contra todos estos ricachones de aquí, pues he visto a miles de gentes en la más terrible miseria, sin comer y sin tener dónde dormir”.i La crítica de Kahlo a Estados Unidos se hace evidente en esta obra recargada y compleja, titulada Allá cuelga mi vestido. Comenzó esta obra en 1933 y no la completó hasta 1938; a lo largo de esos años, añadió elementos de manera continua.

El singular paisaje urbano neoyorquino de Kahlo incluye la isla Ellis y la Estatua de la Libertad, visibles en la parte superior central del cuadro, mientras que los rascacielos se multiplican en el centro. Si observa más de cerca, encontrará símbolos que representan aspectos de la sociedad estadounidense que la artista despreciaba. El edificio con columnas que aparece en el centro de la obra es el Federal Hall de Wall Street, conectado a la organización religiosa mediante un hilo rojo que conduce a la Iglesia de la Trinidad, en la esquina superior izquierda. Observe el signo del dólar integrado en la fachada de la iglesia: estos elementos se combinan para representar la naturaleza corrupta de la economía estadounidense. Frente a la Iglesia de la Trinidad hay una valla publicitaria de Mae West, destacada actriz y celebridad de la época, mirando desde las alturas a las multitudes que hacen fila esperando comida en el recién construido puente George Washington. Entre la élite y los más pobres de Estados Unidos, hay un edificio envuelto en llamas, con un fuego abrasador y nubes de humo. En una carta, Kahlo comentó: “Es aterrador ver a los ricos de fiesta día y noche mientras miles y miles de personas se mueren de hambre”.

En el centro de la imagen, el tradicional vestido mexicano de tehuana que Kahlo usaba está suspendido entre dos pilares que sostienen un retrete y un trofeo. Esto podría simbolizar lo que Kahlo percibía como las prioridades erróneas de los estadounidenses ricos: una obsesión con las comodidades modernas y los deportes competitivos. A medida que pasaba más tiempo en Estados Unidos, a menudo sintiéndose fuera de lugar y añorando su tierra natal, Frida comenzó a utilizar la moda para desmarcarse de todo lo que consideraba desagradable y elitista, y adoptó los vestidos tradicionales de las mujeres indígenas zapotecas. Frida cuelga su vestido por encima de la multitud para mostrar su simpatía por el pueblo trabajador que estaba sufriendo durante la Gran Depresión. La presencia de la prenda, junto con el título de la obra, refuerza su anhelo de regresar a su hogar en México.

Cuando finalizó esta pieza en 1938, se incluyó en una exposición en Nueva York organizada por André Breton, líder del movimiento surrealista Francés. Breton describió el carácter subversivo de la obra de Kahlo, afirmando en el catálogo de la exposición: “Los cuadros de Frida Kahlo son un lazo atado alrededor de una bomba”.

En nuestra próxima parada, veremos otro ejemplo de cómo Kahlo desafió las expectativas de la sociedad al crear un impactante retrato conmemorativo.

205: Allá cuelga mi vestido o Nueva York (My Dress Hangs There)
206: El suicidio de Dorothy Hale

El suicidio de Dorothy Hale, 1939, Frida Kahlo (Mexicana, 1907-1954), óleo sobre masonita con marco pintado a mano. Colección del Museo de Arte de Phoenix; Donación de un donante anónimo

En 1938, Kahlo conoció a Clare Booth Luce, directora editorial de la revista Vanity Fair, durante su exposición en Nueva York. Una amiga cercana de Luce, Dorothy Hale, actriz de cine y teatro, se había suicidado recientemente al saltar desde la ventana del piso 16 de su edificio en Nueva York. Kahlo sugirió a Luce encargar una pintura conmemorativa en recuerdo de Hale. Luce, familiarizada con la obra de Kahlo, en un principio imaginó un retrato tradicional que podría regalar a la madre de la actriz. Sin embargo, la obra que Kahlo pintó, titulada El suicidio de Dorothy Hale, resultó ser una representación gráfica de la caída de Hale hacia la muerte.

En el cuadro, Hale aparece representada tres veces: primero como una pequeña figura cayendo desde la ventana del piso 16, luego flotando entre las nubes y por último muerta en un charco de sangre. El color rojo que enmarca el rostro de Hale se repite en la inscripción de la parte inferior de la composición, que reza: “En la ciudad de Nueva York, el día 21 del mes de octubre de 1938, a las seis de la mañana, se suicidó la señora Dorothy Hale tirándose desde una ventana muy alta del edificio Hampshire House. En su recuerdo, este retablo, ejecutado por Frida Kahlo”. Puede observar que algunas palabras en la inscripción fueron cubiertas con pintura. El nombre de Luce figuraba aquí como la persona que encargó la obra, pero al verla quedó tan impresionada que pidió que se borrara su nombre. De hecho, sus amigos tuvieron que convencerla de que no destruyera la pintura. En una entrevista, Luce recordó: “Nunca me voy a olvidar del susto que me llevé cuando la saqué de la caja. Me empecé a sentir mal físicamente. ¿Qué iba a hacer con este cuadro espantoso? No tendría un cuadro así de sangriento ni de mi peor enemigo, y mucho menos de mi pobre amiga”.

Con el tiempo, Luce comprendió que no había entendido lo que Kahlo le estaba ofreciendo al sugerir el recuerdo. Este tipo de obra narrativa era común en México y otros países de América Latina, donde solían encargarse tras un suceso trágico como homenaje a la persona difunta. Aunque Kahlo pensó que estaba honrando a Hale, sus mejores intenciones no fueron comprendidas por el público de la clase alta neoyorquina.

Avance a la siguiente galería para examinar la obra de otro artista que se inspiró en la imagen de Kahlo para capturarla con su cámara.

206: El suicidio de Dorothy Hale
207: Frida en el banco blanco, Nueva York

Frida en el banco blanco, Nueva York, 1939, Nickolas Muray (estadounidense, nacido en Hungría, 1892-1965), impresión al carbón. Colección privada © Nickolas Muray Photo Archives, con licencia de Nickolas Muray Photo Archives

Esta fotografía, titulada Frida en el banco blanco, fue tomada por el fotógrafo húngaro Nickolas Muray, a quien Kahlo conoció a principios de la década de 1930 y con quien mantuvo una relación sentimental hasta 1939. A lo largo de su amistad, Muray tomó casi 90 imágenes de Kahlo, algunas de las cuales pueden verse en esta galería. Además, Muray filmó a Kahlo y a sus amistades en su casa de México. Tómese un momento para ver estos videos, que se proyectan en las inmediaciones.

Kahlo y Muray se escribieron numerosas cartas durante el tiempo que estuvieron separados, y así dejaron constancia de su afecto mutuo. En una carta, Kahlo escribió: “Mi querido Nick: en realidad no debería quejarme de nada de lo que me pase en la vida, mientras tú me quieras y yo te quiera a ti. Es tan real y hermoso que me hace olvidar todos los dolores y los problemas, hasta hace que olvide la distancia. A través de tus palabras estoy tan cerca de ti que puedo sentir tu risa, esa risa tan limpia y tan franca que solo tú tienes”.

En esta fotografía a color, un medio en el que Muray se destacó, Kahlo posa frente a un papel tapiz floral de un verde intenso que imita el diseño del banco metálico en el que está sentada. Kahlo viste su característico vestido de tehauna y sus joyas, y luce un elaborado peinado coronado con flores rosas. La mirada fija de Kahlo hacia la cámara, con Muray detrás del lente, deja entrever tanto el afecto entre ellos como el espíritu colaborativo con el que se creó la imagen. Aunque su vínculo romántico terminó en 1939, Kahlo y Muray continuaron siendo muy buenos amigos y colaboradores. Cerca del final de su relación, Frida le escribió en una carta: “Te adoro, mi amor, créeme; como nunca he amado a nadie. Solo Diego está tan cerca de mi corazón como tú, siempre…”.

Al avanzar hacia la siguiente galería, encontrará uno de los últimos autorretratos de Kahlo, una obra que nos muestra cómo, a pesar de su dolor físico y de los numerosos procedimientos médicos, continuó creando y pintando hasta el final.

207: Frida en el banco blanco, Nueva York
208: Autorretrato con el pelo suelto

Autorretrato con el pelo suelto, 1947, Frida Kahlo (mexicana, 1907-1954), óleo sobre masonita. Colección privada © 2025 Fideicomiso de los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo que tiene como fiduciario al Banco de México, México, D. F. / Artists Rights Society (ARS), Nueva York

Kahlo pintó Autorretrato con el pelo suelto en 1947, siete años antes de su muerte. La última década de su vida estuvo marcada por largas hospitalizaciones, cirugías y limitaciones físicas cada vez mayores, ya que dependía de corsés ortopédicos para enderezar la columna y pasaba largos períodos en cama para recuperarse. En una carta a un amigo, Kahlo relató: “He estado enferma un año… Todavía estoy en la silla de ruedas, y no sé si pronto volveré a andar. Tengo el corset de yeso que, a pesar de ser una lata pavorosa, me ayuda a sentirme mejor de la columna. No tengo dolores. Solamente un cansancio de la tiznada… Y, como es natural, muchas veces desesperación. Una desesperación que ninguna palabra puede describir. Sin embargo, tengo ganas de vivir”.

A pesar de su deterioro físico, Kahlo continuó pintando. En esta obra, optó por mostrarse con el cabello desatado y sin adornos, cayendo sobre su hombro izquierdo y ocupando el lado derecho de la composición. Para equilibrar la imagen, incluyó en la esquina superior izquierda una ramita de suculentas conocida como “cola de burro”, una planta originaria de México. Kahlo luce un vestido de tonos naranjas y amarillos vibrantes con motivos geométricos en el borde del cuello y los costados.

En la parte inferior de la pintura y delante de Kahlo hay un pergamino con la inscripción “Aquí me pinté yo, Frida Kahlo, con la imagen del espejo. Tengo 37 años y es el mes de julio de 1947. En Coyoacán, México, lugar donde nací”. Aunque técnicamente tenía 40 años cuando pintó este cuadro, Kahlo insistía en que había nacido en 1910, el año en que comenzó la Revolución mexicana. Autorretrato con el pelo suelto presenta a una Kahlo estoica e inquebrantable durante esta época tan sombría de su vida. La mirada fija que lanza al espejo para crear esta obra ha plasmado una imagen resuelta y decidida de la artista que, a pesar de sus limitaciones físicas, siguió haciendo arte.

Nuestra última parada se centra en cómo Kahlo empezó a pintar más naturalezas muertas en los últimos años de su vida, y en cómo el uso de objetos le permitió pintar más cómoda y, al mismo tiempo, reflexionar sobre su propia mortalidad.

208: Autorretrato con el pelo suelto
209: Naturaleza muerta (Soy de Samuel Fastlicht)

Naturaleza muerta (Soy de Samuel Fastlicht), 1951, Frida Kahlo (mexicana, 1907-1954), óleo sobre masonita. Colección privada, cortesía de la Galería Arvil, México © 2025 Fideicomiso de los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo que tiene como fiduciario al Banco de México, México, D.F. / Artists Rights Society (ARS), Nueva York

De camino a esta parada, puede que haya visto una escultura de terracota de un perro de la antigua cultura Colima del oeste de México. Kahlo coleccionaba figuras similares, como la que puede verse reflejada en esta obra. Tenía un profundo cariño por el xoloitzcuintli, un tipo de perro sin pelo originario de México. El nombre proviene del náhuatl, la lengua azteca: Xólotl, el dios de la muerte, e itzcuintli, que significa “perro”. Kahlo llamó a su mascota favorita “el señor Xólotl”, en honor a esta deidad azteca, que según la tradición guía a las almas hacia el inframundo. Puede ver un boceto del señor Xólotl en las inmediaciones. En sus últimos años, Kahlo comenzó a incluir en sus obras imágenes de estos perros, que en su mundo encerraban un profundo significado.

En este cuadro, Kahlo ha colmado el lienzo con un exuberante surtido de frutas tropicales, como papayas y una rodaja de sandía, pintadas con colores vivos y gran detalle. Aunque a primera vista parece una simple naturaleza muerta, Kahlo la impregnó de un profundo simbolismo personal, en el que transmite mensajes sobre su vida y su identidad. Creó este cuadro hacia el final de su vida, cuando su salud se estaba deteriorando y necesitaba cada vez más cuidados. Fue en esta época que se dedicó a pintar naturalezas muertas, que constituyen más de la mitad de su producción artística durante este período. Los distintos objetos estaban siempre a mano, y no tenía que preocuparse por su aspecto cuando pintaba naturalezas muertas.

Las frutas que Kahlo elegía también tienen un significado simbólico. A menudo usaba frutas en sus naturalezas muertas para expresar temas de vitalidad y sensualidad, pero también de vulnerabilidad y mortalidad. La rodaja de sandía, que aparece en varios de sus cuadros, es un símbolo tradicional de la cultura mexicana, muchas veces asociado a temas de vida y muerte. Aquí, parece subrayar la conexión de la artista con su cultura, así como el ser consciente de la fragilidad de la vida. En el fondo, Kahlo añadió una pequeña bandera mexicana, destacando aún más su identidad nacional.

Ahora nos detendremos en la otra bandera, clavada en el melón, que reza: Yo soy de Samuel Fastlicht. Fastlicht era amigo de Kahlo y un destacado dentista y coleccionista de arte mexicano. Este cuadro es una de las dos obras que Kahlo aceptó pintar para él en 1951 a cambio de un tratamiento dental. Tómese unos instantes para apreciar los colores y las texturas de esta pintura tan personal que deja entrever cómo Kahlo transformaba sus experiencias personales en arte, fusionando su vida y su identidad.

Muchas gracias por acompañarnos hoy en el VMFA para la exposición Frida: más allá del mito. Esperamos que haya disfrutado de conocer mejor la vida y el arte de Frida Kahlo. Antes de retirarse, asegúrese de visitar la última sala, donde podrá descubrir dos formas en las que Kahlo retrató su mundo e incluso tendrá la oportunidad de crear su propio retrato. ¡Esperamos que vuelva pronto!

209: Naturaleza muerta (Soy de Samuel Fastlicht)